Mujer de habla de perlas rojas

Mujer de habla de perlas rojas es una historia que me exigió un par de cosas antes; quiso que yo creciera un poco en dolor, en soledad y en exilio antes de poderla escuchar y luego contar. Las historias ponen sus condiciones y hay que hacerles caso. 

Utilizo la palabra “exilio” sabiendo que es fuerte, que tiene un halo de tragedia, pero la tragedia es lo que a nuestra especie le permite volver a tener contacto con lo que está más allá; con los nacimientos de los ríos, con el canto de los pájaros, con la música de las esferas y con todo lo que solo podemos ver con los ojos del corazón. 

Y este estado de totalidad y unión es solo posible desde nuestra vulnerabilidad,, necesitamos sentir frío, incomodidad, incertidumbre; necesitamos sentir que a veces no somos capaces solos ni solas. Que siembre necesitaremos la ayuda de una hormiga, de un pato y de una abeja, o como en la historia que escucharemos el viernes 17, la de un tiempo de cuarenta días en medio de un río a merced del viento helado. 

Las historias son contundentes, su habla es contumaz. 

La palabra tragedia tiene también un gran componente de amor. Encontramos el amor al final de la historia en la forma de una boda que se sucede después de muchos esfuerzos y pruebas. Quien cuenta la historia, y sus escuchas, atienden siempre a una boda mítica, a una unión, a una conexión. Y la gran pregunta es: ¿quiénes se casan? ¿El príncipe y la princesa? Creo que quienes han hecho ya una andadura de la mano de las historias y su significado profundo saben que esas bodas no son entre humanes. 

Cada historia escuchada nos devuelve el amor hacia una estrella.

Cada historia escuchada nos devuelve el amor hacia un trozo de jardín y hacia el agua que se acuna en la palma de nuestras manos, la lista es infinita. 

Para poder compartirles Mujer de habla de perlas rojas tuve ayuda. La ayuda preciosa de la poesía. Esta vez fueron un par de líneas escritas por Juan Gelman quienes me ayudaron a hilar el por qué de esta historia, el por qué ahora y no antes: 

XVIII
 
todu lu qui terra yaman
es tiempo/
es aspira di vos
 
todo lo que llaman tierra
es tiempo/
es espera de vos
 
XIII
eris mi única avla/
no sé 
tu nombri.
 
eres mi única palabra/
no sé
tu nombre

Esta poesía me visitó durante semanas en ese tiempo de vigilia que precede la rutina de cada mañana. Está en sefardí. De mis ojos salieron lágrimas cuando Juan Gelman, desde algún lugar del todo, nos cuenta por qué esta poesía tenía que haber sido escrita en sefardí. Y las lágrimas mías sucedieron porque Juan Gelman me regaló el por qué hago lo que hago. Por qué trabajo con historias, por qué detengo el tiempo para poder ser su avla durante un instante.

Dice Gelman: 

Escribí los poemas de dibaxu en sefardí, de 1983 a 1985. […] Pienso que estos poemas sobretodo son la culminación o más bien el desemboque de Citas y Comentarios, dos libros que compuse en pleno exilio, en 1978 y 1979, y cuyos textos dialogan con el castellano del siglo XVI. Como si buscar en el sustrato de ese castellano, sustrato a su vez del nuestro, hubiera sido mi obsesión. Como si la soledad extrema del exilio me empujara a buscar raíces en la lengua, las más profundas y exiliadas de la lengua.”

A mí la soledad extrema del exilio me lleva a buscar las raíces en las historias. Y cuando hablo de raíces, no me refiero a mis raíces en particular, no me interesa saber si mi adn viene de allá o acullá con nombres propios. Mi búsqueda es por las raíces perdidas que nos conectan al mundo imaginal, a la psique, y por ende a la conexión con todo lo que existe. Porque hubo un día en que entendí, o alguien me dictó en un sueño, que una vida, si no es mítica, nos devuelve al principio del cuento. 

Mujer de habla de perlas rojas nos cuenta algo necesario y urgente sobre nuestra avla, sobre nuestras palabras. Esta historia viene de las entrañas del infinito, y en él, de las entrañas de la Tierra. Nos invita a una boda. Nos habla de futuro, pero también nos habla de tragedia, de desconexión, de lo que nos sucede si nos distraemos. 

Solo la extrema soledad del exilio me ha abierto la puerta a esta historia, les invito entonces a celebrarla con el tiempo de la escucha. 
 

Las líneas de poesía de Juan Gelman que comparto se encuentran en “Dibaxu”, (Seix Barral, 1994), un libro que Gelman escribió en sefardí y castellano. “Mujer de habla de perlas rojas”, es una historia que se cuenta en las estepas siberianas, entre grupos nómadas que necesitan no perder nunca el contacto con esa “avla”/“habla” de la Tierra y que les recuerda que es necesario mantener un acuerdo de cuido absoluto, porque de ello depende la vida de ambos. 

Vamos pues al encuentro con nuestra habla de perlas rojas. 
 
 
© Doris Castellanos, 2023