Una huelga, un grito de la energía de lo femenino y un cuento de hadas

Cuando escribo esta Newsletter, en la provincia del Quebec, el lugar en donde vivo ahora, se completa un mes de huelgas de las y los trabajadores de la función pública, la salud, la educación y los servicios sociales. Cerca de 600 mil personas están pidiendo reformas salariales y de condiciones laborales. Estas 600mil personas son cabeza de hogar, de hogares como el mío. Mi esposo es profesor.

Mi esposo es de los pocos profesores hombres que hay en su escuela. En la escuela de mis hijos hay tres profesores hombres, el resto del profesorado son mujeres. Sucede lo mismo con el personal sanitario: la gran mayoría son enfermeras. ¿Por qué no se les está cuidando como se debe? Nuestros hijos e hijas pasan la mayor parte del día en su escuela, muchos pasan apenas algunas horas del día con su familia, quienes les cuidan están allí. ¿Por qué los gobiernos no pueden sentir las necesidades de estos cuidadores y cuidadoras de nuestros hijos? Y también, ¿por qué los niños pasan más tiempo en la escuela que en casa?

¿Qué tiene que ver esto con el mundo imaginal, con los cuentos de hadas, con los mitos? Todo. Vamos a ir lentamente para hacer esta conexión.

Si hay un grito que nos lanza la psique desde hace mucho tiempo es el de la recuperación en valor y la comprensión de la energía de lo femenino en mujeres y hombres. Y cuando hablo de la recuperación de lo femenino, lo hago desde la voz de la psique, desde la voz presente en las historias, que nos pide, desde un lugar muy profundo, que volvamos nuestro corazón a la escucha y el cuido del otro y de nosotros mismos, nosotras mismas; que volvamos a poner en valor la ira frente a lo injusto, el rendirnos cuando lo que tenemos que vivir no es generativo, cuando nuestro cuerpo enfermo nos dice que hemos dejado de vivir el tiempo de la Tierra.

Recuperar y poner en valor lo femenino es también volver a atender nuestros sueños, las historias y los mitos, porque cada una de estas historias nos habla de una necesidad arquetípica profunda y esencial para nuestra vida. Cada vez que escuchamos una de estas narraciones podemos encontrarnos en una de sus imágenes, es entonces cuando hacemos una conexión inmediata con el alma del mundo, con el anima mundi y con nuestro presente, y cuando eso sucede, hay una luz que guía nuestro camino. Las historias son una luz que nos deja ver el rostro de lo que aún no hemos dado nombre.

En la Reina abeja, una de las historias que escuchamos en La Botica, la presencia de lo femenino estaba representada en la capacidad de uno de los protagonistas en rendirse, en saber cuándo la prueba que este tenía frente a sí para poder salvar su vida y la de todo un reino era demasiado grande para él. ¿Cómo podría encontrar las trescientas perlas que las hijas de un rey habían dejado derramar en el bosque bajo un extenso tapiz de musgo? El protagonista de esta historia, el más joven de los tres hermanos hijos de otro rey, y quien a la postre es llamado « el simplón » al ver la magnitud de la prueba, se sienta a llorar. ¿Quién escucha su llanto y se compadece de su suerte? Una hormiga, la reina de un hormiguero que él, el simplón, había salvado al inicio de la historia, cuando sus hermanos mayores querían destruirlo por el mero placer de ver cómo las hormigas espantadas intentaban salir corriendo a salvar sus huevos.

Basta este breve pasaje de esta historia para hacer una conexión con lo que está sucediendo en el Quebec y en todo el mundo. Todas las personas, hombres y mujeres, que se dedican al cuidado del otro, profesores, trabajadores sociales, enfermeras -numerosos, como las hormigas que cuidan sus huevos en nuestro cuento- están siendo atacados por una energía masculina en desequilibrio a la que le parece divertido no permitirles las condiciones necesarias para continuar con esta tarea de cuido. ¿Quién se tiene que rendir? ¿Quién tiene que llorar? ¿Que parte de nuestra psique es este hermano menor, llamado simplón por compasivo y empático?

En los cuentos de hadas, las primeras líneas de una historia nos dicen cuál es el tema, cuál es el campo arquetipal en el que nos vamos a mover a lo largo de la narración. En La reina abeja la historia comienza con un rey cuyos dos hijos mayores se han ido del reino a… ni el mismo rey lo sabe, lo único que sabe es que hace tiempo no regresan y por ello manda a su tercer hijo, a quien llaman « el simplón », a buscar a sus hermanos. El joven, sigue el mandato y no tarda mucho tiempo en encontrar a sus hermanos, quienes se han dedicado a despilfarrar la fortuna de su padre. En el camino de vuelta al reino, toman un camino que los lleva al encuentro con un hormiguero que los hermanos mayores quieren molestar; más adelante, al encuentro con un grupo de patos a quienes los hermanos mayores quieren matar; y por último, al encuentro con un panal de abejas, a quienes los hermanos mayores quieren atacar para quedarse con la miel y ver a las abejas salir espantadas. En las tres ocasiones el hermano menor les pide a sus hermanos mayores que no le hagan daño a ninguno de los animales.

Siempre he dicho que los cuentos de hadas nos hablan de un futuro posible, nos enseñan, nos guían sobre lo que tenemos que hacer. Esta historia nos dice al colectivo: ¡Sean el hermano menor! Sean el « simplón », el « débil », « el que cuida ».

¡Sean esa profesora, profesor, enfermera…! ¡Pónganse en sus zapatos!

El simplón puede sentir el dolor de las hormigas, de los patos, de las abejas, de todas las criaturas. Todos podemos sentir el dolor del otro. Tenemos esa capacidad.

¡Cuiden el agua, cuiden los bosques, cuiden todo lo que está vivo! Nos dicen muchos cuentos de hadas.

Continuemos con la historia: los tres hermanos llegan a un castillo en donde todo está petrificado, es un reino que ha caído en un terrible encantamiento, y sin embargo, al acercarse a una de las ventanas que deja ver el interior, se dan cuenta que hay una mesa bien servida y ellos están hambrientos. Golpean la puerta para poder entrar, y después de insistir, un anciano les abre y les conduce hasta la mesa. Los tres se alimentan hasta la saciedad y el anciano les invita a pasar la noche allí, pero les advierte que al día siguiente tendrán que verlo, pues tienen un trabajo qué hacer. Es entonces cuando el hermano mayor se entera de que para salvar su vida y la del reino entero tiene que encontrar las trescientas perlas que las hijas del rey han perdido en el suelo del bosque, cubierto este por una espesa capa de musgo, antes de que el sol se ponga. El hermano mayor comienza su tarea, encuentra una, dos, las horas pasan, quizá encuentra más de tres, pero el sol ya comienza a ocultarse en el horizonte. Cuando llega la noche el hermano mayor es una estatua de piedra más en el paisaje del castillo.

A la mañana siguiente es el segundo hermano quien es citado por el anciano para realizar esta prueba, pero corre con la misma suerte. La última oportunidad para romper el encantamiento cae pues, el tercer día, en el hermano menor, el simplón. Ya sabemos que este se da cuenta de la magnitud de la tarea, se pone a llorar y llegan las hormigas en su ayuda, quienes agradecidas con él por haber salvado a sus huevos, recorren en equipo todo el suelo del bosque y en un santiamén encuentran todas las perlas de las hijas del rey. Pasada esta prueba vienen dos pruebas más, tan imposibles de realizar para él como la primera, y el simplón llora ante cada una, pero su llanto es escuchado por los animales que él salvó antes, así que vienen en su ayuda los patos y luego las abejas.

En las calles del Quebec se escuchan los gritos y las lágrimas de estos profesores, enfermeras y trabajadores sociales a quienes la tarea del cuidado en las condiciones actuales les resulta imposible. Padres y madres tenemos a nuestros hijos en casa, padres y madres apoyamos esta huelga porque hay situaciones que tienen que cambiar. Hay todo un sistema que tiene que cambiar. Uno, en donde trabajar hasta el agotamiento para poder pagar el costo de la vida nos está dejando sin tiempo para contener y cuidar a nuestros hijos. Las y los profesores nos gritan también a nosotros que la tarea del cuidado exige tiempo de calidad con nuestros hijos e hijas. Sus lágrimas nos recuerdan que los dueños del mundo despilfarran el dinero en acciones que van en contra de la vida: guerras, explotación de los recursos naturales, producción exagerada de todo tipo de bienes de consumo innecesarios. Nuestro planeta está gobernado por ese rey cuyos hijos despilfarran y no cuidan nada.

Esta historia nos invita a rescatar una de las emociones más juzgadas por el sistema en que vivimos: el rendirse. No escuchar este grito y estas lágrimas de los cuidadores de la sociedad va a llevar nuestro reino a la petrificación. Ya está sucediendo de maneras muy dolorosas.

Crecer sin historias también nos petrifica. Nos asustamos con todo, vivimos una vida llena de temor, una vida en donde no queremos sentir el dolor del alma ni el dolor del cuerpo. Que hayan cientos y miles de personas adictas a los opioides y anestésicos en el mundo entero es un indicador de que estamos bajo un encantamiento terrible. Solo el llanto, esa cualidad tan juzgada de lo femenino, que revela nuestros dolores más profundos puede llamar la compasión de las criaturas de la Tierra para que vengan en nuestra ayuda. ¿No han escuchado de los animales que llevan a los hospitales para elevar el sistema inmune de los enfermos?

Las historias, los cuentos de hadas nos dan sentido. Nuestros sueños nos regalan cada noche las claves para entender nuestros dramas particulares y colectivos. Soñar y recordar nuestros sueños es también recuperar y poner en valor la energía de lo femenino. Por eso les invito este 22 de diciembre de 2023 a escuchar una historia maravillosa: El lugar de nuestro tesoro, en La Botica.

Nos veremos por zoom de 7-9 pm hora Madrid, este encuentro tiene un valor de 25 euros pagables por paypal al correo storytailorsbcn@gmail.com

La inscripción incluye la grabación de la sesión y la traducción del cuento que se envía por correo unos días después de la sesión.