Entre los fuegos y las tormentas, un llamado de la voz de las piedras

Este verano, aquí en el norte de América, hemos vivido entre fuegos y tormentas. Un par de libros y varios cuentos nos han ayudado a mi familia y a mí a dar sentido a la luz rojiza que durante días se cernía sobre la ciudad ante el mandato de no salir y de mantener las ventanas cerradas.

Uno de estos libros lo encontré en una exposición sobre los pueblos indígenas de Colombia que, al momento de realizar este escrito, todavía se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Montréal. El libro se titula “Kogis, le chemin des pierres qui parlent” (Kogis, el camino de las piedras que hablan), del geógrafo francés Eric Julien. En este libro y en la exposición, los mamos y saga[1]s, del pueblo Kogi que habita en la Sierra Nevada de Santa Marta, nos recuerdan una y otra vez que nuestra composición como seres humanos tiene la capacidad de conversar con el mundo no humano. Por nuestro cuerpo circulan agua y minerales, por eso tenemos la capacidad de conectarnos y escuchar la voz del agua y de las piedras.

Puede parecernos imposible, pero es posible. La cuestión es que lo hemos olvidado. Vivimos en un estado de desconexión continua con nuestras aguas y todos los elementos que nos constituyen. La prueba de ello esta en nuestra vida diaria, detenernos y regalarnos espacio de escucha y contemplación es impensable. Pero los cuentos de hadas y la vida a la que nos invitan los pueblos originarios del mundo nos piden, de todas las formas posibles, que nos detengamos e invitemos al silencio a nuestra vida, solo así otras voces pueden llegar a nuestros sentidos.

Escribe Eric Julien:

“En el seno de las comunidades Kogi, participan cuatro vías de transmisión del conocimiento: la del espíritu, la del cuerpo, la de la relación y la del símbolo, todas ellas inseparables de lo que nosotros llamamos meditación. La meditación, la introspección, la escucha y “los viajes interiores” están en el corazón de su cultura, de su relación con el mundo y los fenómenos del mundo. La primera de las cualidades para un Kogi es la tranquilidad, la capacidad de permanecer sereno en todas la circunstancias con el fin de acoger aquello que es. Es solo así que el uno y el otro, el aquí y el allí, el masculino y el femenino pueden ser acogidos y abrirse, enriquecer y crear.” p. 122

El cuento de la Madeja de seda, el cual escuchamos en la última sesión de la Botica, también trae una invitación al silencio, a la introspección. Esta historia comienza así:

“Hace mucho tiempo vivía un rico comerciante, quien además de poseer más que todas las riquezas de un rey, tenía en su salón tres sillas, una de plata, una de oro y una de diamantes. Pero el tesoro más grande que poseía era su hija única, llamada Catherine.

Un día, Catherine estaba sentada en su habitación, mirando por la ventana, en silencio, cuando de repente, las puertas se abrieron y entró una bella mujer que sostenía en sus manos una pequeña rueda que da vueltas.”

Catherine, en esta historia, simboliza la energía femenina, y la historia comienza con esta energía cuyo padre la ve como una posesión, a la par de las sillas de oro, de diamante y de plata. Catherine es una posesión de la energía masculina representada por su padre. Este cuento nos guía sobre cuál es la manera de romper esta posesión: nos pide recogimiento, un estado de contemplación y serenidad. Porque es solo así que puede entrar esta mujer hermosa que tiene en sus manos una rueda que da vueltas. Esta doncella es el Destino de Catherine, y le hace una pregunta fundamental:

“-¡Catherine! –dijo la mujer mientras se acercaba caminando a la joven -¿qué preferirías, tener una juventud feliz o una vejez feliz?”

Catherine, piensa:

“Si decido tener una juventud feliz entonces sufriré el resto de mi vida, no, prefiero tener una vida de dificultad ahora”.

En ese momento, en que Catherine toma una decisión en medio de un estado meditativo y no un corre-corre, comienza el camino hacia el rompimiento de la posesión de esa energía masculina. Y los cuentos son contundentes: el padre tiene que morir. La importancia de saber leer, o bien traducir el lenguaje simbólico de los cuentos y de nuestra vida, es urgente en estos tiempos. Catherine más adelante en el cuento tiene que abandonar su casa y ponerse al servicio para ganarse el pan. Tiene que trabajar, pero la vida la lleva a aprender de la mano de mujeres mayores que ella, de abuelas, lo que tiene que saber de la vida y cómo ponerse al servicio de lo femenino.

Cuando hablamos de energía femenina y masculina en los cuentos, no hacemos referencia al género. Esto los pueblos originarios lo tienen muy claro. Nosotros, al vivir una vida leída literalmente nos perdemos este principio.

En el libro que menciono de Eric Julien, un grupo de mamos y sagas kogi son invitados a dar un diagnóstico de salud en un territorio en Francia: La Drôme. Su capacidad de conectar con el magnetismo de la tierra les permite escuchar las piedras, y estas les informan que el territorio, diríamos, no está sano. Las fuentes de agua son escasas o nulas en algunos lugares y es urgente, muy urgente reestablecer el equilibrio energético para que el agua vuelva a correr.

Una mañana, hace un par de semanas, escuchaba en la radio los fuertes racionamientos de agua en Francia este año, los Kogi lo escucharon en la montaña, la voz de las piedras no se equivoca.

También en este libro encontré el por qué de los fuegos y de las tormentas… es así como la Madre Tierra limpia las malas energías, primer el fuego y luego el agua. La ceniza y el agua forman un purificante natural excepcional, y esta alquimia también aparece en otro cuento, en la Lombriz negra, ¿lo recuerdan?

Dicen los mamos y las sagas:

«Lo que la Madre y las leyes de los orígenes nos dicen es que los árboles negativos, los animales negativos, los peces negativos, el viento negativo, los pensamientos negativos y todas aquellas cosas que no respetan la vida desaparecerán. Así es como la Madre se limpiará y sanará, antes de reconstruir y restablecer el orden. En tu lugar, hay sitios particulares donde el fuego se afianzará, durará diez años sin interrupción, sin agua, sin lluvia. Va a durar mucho tiempo. En nuestra montaña, Mamaldueva, el fuego también arrasará con todo, pero será más corto, durará cuatro años, porque la montaña es más pequeña.  La madre producirá estos fenómenos para eliminar el exceso de negativo. Las montañas se incendiarán. Entonces habrá lluvia, mucha lluvia, tormentas y deslizamientos de tierra.»

Ver de esta manera la luz rojiza sobre el asfalto es otra cosa. Ver de esta manera cómo la lluvia lo inunda todo es otra cosa.

Otra lectura este verano, conectada sicrónicamente fue este libro maravilloso escrito por William Ospina titulado: “Pondré mi oído en la piedra hasta que hable”. ¿No es maravilloso este título después de escuchar a los Kogi en sus conversaciones con las piedras?

En este libro William Ospina narra el viaje de Alexander Von Humboldt por toda América del Sur y su avidez por conocer este nuevo mundo y sus riquezas. Humboldt intuía que los minerales presentes en la naturaleza podían comunicarse con los minerales presentes en el cuerpo, tanto como los alquimistas de siglos anteriores lo intuían. Pero tanto Humboldt como los alquimistas habían entrado ya en la vorágine del desequilibrio energético que nos ha robado el tiempo para la meditación, para el detenerse y encontrar la serenidad.

Con el interés de invitarles a encontrar estos espacios de escucha atenta, quiero contarles que del 7 de septiembre al 23 de octubre de 2023 realizaré una edición más de Tierra adentro: un viaje a la energía creativa de lo femenino a través de la escritura. En este taller comenzamos a aprender a leer la vida de manera simbólica, escuchamos historias y recordamos cómo reencontrarnos en ellas para darle sentido y significado simbólico a nuestra vida. Hace dos años que no hago este taller. En esos dos años la vida me pidió reposo justamente para conectar con este suelo que me acoge ahora aquí en Canadá. Fue un tiempo de muchas pruebas, como en los cuentos, pero totalmente valioso, tanto, que este suelo me ha regalado nueva energía para continuar haciendo lo que más amo: contar historias y explorarlas junto a ustedes.

Por favor, no duden en compartir esta Newsletter, y a quienes ya han hecho el taller de Tierra adentro, no duden en pasar la voz.

Les agradezco mucho la lectura de este escrito y les deseo profundamente encontrar tiempos de silencio y de escucha, no hay, como diría Marie Louise Von Franz, un mejor activismo de la energía femenina que ese.

Muchos abrazos,

Doris.


Si quieren saber más sobre el trabajo de Eric Julien y las comunidades Kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta en Colombia visiten la página de Tchendukua

Aquí puedes encontrar más información sobre las sagas y mamos, autoridades espirituales de los pueblos Wiwuas de la Sierra Nevada de Santa Marta

[1] Mamos y sagas son los nombres que llevan las autoridades espirituales del pueblo Kogi. Los mamos son hombres y las sagas son mujeres. Ambos tienen la tarea de restaurar cada día el equilibrio en el territorio.