El tiempo de la Luna y la bella que duerme

StoryTailors ha hecho una pausa de un par de semanas. Se lo ha susurrado una historia. Se lo ha pedido su cuerpo al levantarse y recordar las palabras de la Luna. StoryTailors se lo ha contado a sus hijos y ahora quiere contarlo a aquellos que encuentre estas palabras en sus
horas.

Había una vez una historia muy hermosa, brillante, profunda como el océano que fue contada por muchas generaciones. Familias enteras se reunían alrededor del fuego cuando la luz de la tarde caía para recordar en ella el tiempo de la luna. Los personajes de la historia eran bien conocidos, había un rey y una reina, ambos eran justos y muy dedicados a su territorio, pero no podían tener hijos. Un día, la reina salió a caminar sola y se sentó al borde de un pozo. Allí se puso a llorar su pena. De repente, un sapo salió del estanque y le dijo:

-Querida reina, sé la pena que te aflige, y quiero decirte que las demás hadas y yo queremos
hacerte un regalo.

La reina se asustó, no sabía quién le hablaba, miró a su alrededor y no vio a nadie, al menos no
vio a ninguna persona.

-Reina mía, ¡estoy aquí! –le dijo el sapo.

-¡AH! ¡Un sapo!

-Soy un hada querida reina, y las doce hadas y yo queremos hacerte un regalo. Queremos
darte la gracia de tener una hija.

-¿Pero cómo, si apenas eres un sapo?

-Reina mía, ve quien tiene ojos para mirar.

-De acuerdo sapo, digo, querida hada, ¿qué tengo que hacer?

Y la historia continúa como ya sabemos, la reina tiene una hija y el día de su bautizo la reina advierte que solo tiene doce platos para servir en la mesa de las hadas. No tiene más remedio que dejar a una de las hadas por fuera. Y sabemos en la historia que en medio de la celebración cuando las doce hadas invitadas están, cada una, ofreciendo un don a la niña, irrumpe con fuerza, con ira, el hada número trece y lanza el encantamiento que todos recordamos –y que muchas veces juzgamos–: ¡CUANDO TENGAS QUINCE AÑOS MORIRÁS AL PINCHARTE UN DEDO CON UN USO DE HILAR!

¿Qué es lo que sucede allí? Muchas cosas, ya he hablado en otra Newsletter de otros secretos de esta historia, pero hoy quiero contarles uno más. Uno sobre el tiempo.

Antiguamente vivíamos el tiempo de la Luna, sentíamos los ciclos de la Luna en todo lo vivo, en las plantas, los árboles, las mareas y el agua que recorre nuestro cuerpo en múltiples formas.
Contábamos el tiempo según los ciclos de la Luna, así, un año lunar era un año de trece lunas y un día. Quienes han escuchado las historias que cuento en diferentes espacios o quienes han escuchado a otros cuentacuentos contar una historia habrán escuchado decir: “tendrás que volver en un año y un día”, “te quedarás aquí en un año y un día”… lo que estamos escuchando en esa frase es un canto que nos pide recordar ese tiempo, el tiempo de la Luna.

En la historia de la Bella Durmiente la reina tiene doce platos, como muchos de nosotros tenemos ahora doce meses para contar el tiempo. Nuestro año es solar, está determinado por el cálculo del tiempo según el sol y las estaciones. La historia del cálculo del tiempo es larga y compleja, Jules Cashford en su impresionante libro sobre la Luna la recoge bien.

Pero volviendo a la historia, la ira del hada número trece podría bien ser un grito que nos recuerda lo que nos puede pasar al olvidar el tiempo de la Luna en nuestros cuerpos, en nuestra vida.

Otro de los grandes juicios a esta historia profunda y maravillosa es a ese hechizo y al tiempo que la Bella permanece dormida. Y peor, al beso del príncipe que la despierta. No tengo espacio en este escrito para detenerme en esos detalles, pero sí quiero que pensemos si, como humanidad, al olvidar el tiempo de la Luna, no estamos dormidos.

Trabajamos sin parar, la noche fue conquistada por la luz eléctrica, el frío del invierno anulado en nuestros interiores con la calefacción a tope. Los últimos meses del año, más oscuros en el hemisferio norte que llaman al recogimiento, a la pausa, están ahora poblados por el estrés y la rapidez, así estemos encerrados. Sentimos el vértigo de no poder continuar con nuestras vidas solares “como antes”.

Como humanidad estamos dormidos a los llamados de nuestros cuerpos y nuestras almas por estar despiertos con la luz artificial que hemos inventado. Nuestros cuerpos cansados beben y consumen energía artificial. Nuestras almas reciben como alimento noticias, rumores, historias vacuas. Y aun así esta historia nos regala esperanza, la esperanza de despertar.

Los cuentos de hadas nos recuerdan la memoria de nuestros huesos. Nos dan las claves que necesitamos para poder vivir tiempos tan desafiantes como este. Los cuentos de hadas y las historias antiguas continúan entre nuestra especie porque son nuestro legado ancestral que
nos llama a despertar.

© Doris Castellanos, 2020.